¿Qué es el costes logísticos y cómo aplicarlo en el transporte?
Contrario a lo que podría pensarse, el control de costes logísticos no consiste solo en vigilar los gastos.
Se trata de gestionar todos los flujos (humanos, materiales y digitales) para saber con precisión a dónde va cada euro… y dónde se pierde.
En el transporte, un coste mal asignado puede borrar el margen sin dejar rastro.
Y cuando suben los precios del combustible, las tarifas de flete o los plazos de entrega, se vuelve indispensable entender qué cuesta, cuándo y por qué.
El costes logísticos consiste en:
Identificar los puntos más sensibles (combustible, horas de espera, retornos en vacío)
Comparar costes previstos y reales en cada etapa
Actuar rápidamente cuando aparece una desviación
No es un simple control contable: es una herramienta operativa del día a día.
Se basa en datos reales: seguimiento de rutas, documentos de transporte, tiempos registrados, volúmenes entregados.
El objetivo: corregir desviaciones durante la ejecución, no enterarse a final de mes de que una ruta fue deficitaria.
Un buen control de costes logísticos también permite ajustar tarifas, asegurar la facturación y evitar zonas de sombra en la rentabilidad. Más que una carga administrativa, es una palanca estratégica.
¿Por qué es crucial en el transporte?
En el sector del transporte, el margen neto suele oscilar entre el 2 % y el 5 % del volumen de negocio, según el INSEE (Transporte de mercancías por carretera - TRM).
Eso significa que una desviación de solo unos céntimos por kilómetro puede convertir una operación rentable en una actividad crónicamente deficitaria.
Las áreas de riesgo se multiplican:
Combustible: representa una parte clave del coste en el transporte. Según el Ministerio de Transportes, el precio del gasóleo aumentó un 7,5 % en el último trimestre, lo que ha elevado un 2,5 % los costes operativos del transporte por carretera.
En abril de 2025, el precio medio del gasóleo fue de 1,406 €/l, un 18,8 % más que en 2021.
Además, la Comisión Europea ha exigido a España una subida fiscal de 10 céntimos por litro para igualar el impuesto al diésel con el de la gasolina, lo que podría afectar directamente a los márgenes si no se traslada a los precios finales.
Retrasos en la entrega: cada hora perdida puede generar penalizaciones o costes de espera no facturados.
Kilómetros en vacío: aún representan cerca del 20 % de los trayectos, por falta de planificación o coordinación entre clientes.
Errores de facturación: un peaje olvidado, un recargo no aplicado... y se escapan cientos de euros al mes.
Estos costes “invisibles” no aparecen línea a línea en Excel, pero se acumulan: un muelle no respetado, una carga incompleta, un documento ausente durante un control…
Digitalizar los documentos evita pérdidas, retrasos… y litigios. Descúbrelo aquí.
Y el margen se va desgastando sin que nadie lo note a tiempo.
En una flota, esto se traduce en:
desviaciones entre lo planificado y lo ejecutado
costes mal asignados a clientes o centros de coste
rentabilidad degradada, misión tras misión, sin margen de reacción
Implantar un verdadero control de costes significa poder:
localizar las pérdidas
medir los desajustes en tiempo real
dar a los equipos herramientas para tomar decisiones correctivas sobre la marcha
Beneficios concretos del control de costes logísticos
El control no solo evita pérdidas. Es también un motor de crecimiento:
Mejor rentabilidad: unos pocos céntimos ahorrados por kilómetro pueden cambiar el resultado.
Mayor competitividad: con costes controlados, se puede ofrecer un precio justo sin comprometer la calidad.
Decisiones más seguras: invertir, contratar, abrir una nueva zona... es más fácil con datos sólidos.
Clientes fidelizados: sabes exactamente cuáles son rentables… y cuáles no.
Estrategias prácticas para reducir costes en transporte
Un buen sistema de control también gestiona los imprevistos:
cambios de última hora, averías, sobrecargas... Cada modificación debe pasar por un proceso claro: aviso, evaluación del impacto, validación, ejecución.
Esa disciplina evita fugas silenciosas que erosionan el margen sin dejar rastro.
Reducir costes no es solo seguirlos mejor:
hay palancas operativas concretas para aligerar cargas sin afectar el servicio:
Optimizar rutas: evitar tramos con peajes innecesarios o zonas de alto tráfico reduce combustible y tiempo perdido.
Consolidar entregas: agrupar envíos de distintas zonas o clientes permite reducir los trayectos en vacío.
Negociar con proveedores: ajustar precios con socios habituales (flete, combustible, peajes) marca la diferencia en miles de km.
Mantenimiento preventivo: anticiparse a averías evita paradas costosas e imprevistas.
Eficiencia en la carga: una mejor distribución del peso o una carga más rápida mejora la productividad y reduce los tiempos muertos.
control de costes logísticos y sostenibilidad: dos caras de la misma moneda
Algunas acciones que reducen costes también reducen el impacto ambiental:
La conducción eficiente baja el consumo y las emisiones.
Limitar los trayectos vacíos significa menos kilómetros recorridos… y menos CO₂ emitido.
Estos esfuerzos refuerzan la salud económica de la empresa y responden a las exigencias crecientes en términos de responsabilidad social.
4 tipos de costes logísticos en una empresa de transporte
Controlar los costes empieza por saber identificarlos correctamente.
En un entorno logístico complejo, cada decisión operativa genera una cadena de gastos. Clasificarlos correctamente permite actuar donde realmente importa.
Costes directos: los gastos vinculados a la operación
Son los más visibles, asociados directamente a cada misión de transporte.
Combustible: una partida central, muy sensible a las variaciones de precio y al estilo de conducción.
Flete externo: compra de capacidad a terceros, habitual en trayectos no recurrentes.
Salarios de conductores: vinculados a horas trabajadas, primas y recargos.
Peajes, aparcamientos, manipulación: deben registrarse por ruta para calcular la rentabilidad real.
Cada trayecto tiene un coste directo identificable. Sin ese seguimiento, es imposible decidir entre internalizar, subcontratar u optimizar los flujos.
Costes indirectos: las cargas estructurales
Son menos visibles, pero afectan fuertemente el margen si no se reparten adecuadamente.
Costes administrativos: gestión de rutas, atención al cliente, resolución de incidencias, penalizaciones.
Mantenimiento de vehículos: desde el mantenimiento rutinario hasta reparaciones imprevistas.
Licencias y equipamiento: TMS, herramientas de trazabilidad, tablets embarcadas, conectividad móvil.
Seguros y cumplimiento legal: pólizas de todo riesgo, gestión de riesgos viales, normativa vigente.
La gestión del tiempo tiene un impacto directo en los costes: retrasos en la carga, tiempos de espera no facturados o horas extra no previstas.
Un simple desfase en el planning puede costar cientos de euros por ruta.
Estos costes no desaparecen. Hay que imputarlos equilibradamente a cada misión. Su seguimiento evita facturar por debajo de coste o saturar al equipo con contratos poco rentables.
Costes fijos y variables: adaptar el modelo económico
Todos los costes pueden clasificarse según su sensibilidad a la actividad.
CAPEX (inversiones): camiones, remolques, almacenes, equipamiento pesado. Se amortizan en varios años y deben usarse al máximo.
OPEX (costes operativos): combustible, mantenimiento, flete. Fluctúan con el volumen de actividad, los picos estacionales o los imprevistos.
Analizar esta distribución permite optimizar el modelo económico: ¿internalizar o subcontratar?, ¿comprar o alquilar?, ¿invertir o racionalizar?
Importante: se habla habitualmente de CAPEX (como la compra de un camión) y OPEX (gastos operativos corrientes).
Los CAPEX se amortizan, los OPEX impactan directamente en el resultado.
¿El riesgo? Subestimarlos en el precio de coste y creer que un contrato es rentable cuando no cubre los gastos reales.
💡
Controlar los costes variables permite reaccionar a corto plazo.
Controlar las inversiones prepara la solidez del negocio a largo plazo/
Algunas empresas van más lejos, segmentando sus gastos por centros de coste: flete, almacén, flota, planificación. Esta contabilidad analítica permite detectar con precisión las zonas de sobrecoste y optimizar los recursos por actividad.
Las etapas del control de costes logísticos: cómo hacerlo bien
El control de costes se basa en una secuencia clara de cuatro etapas operativas, cada una con un objetivo concreto: anticipar, medir, ajustar. Aquí tienes cómo estructurar esta metodología en una empresa de transporte:
1. Planificación de recursos: organizar antes de gastar
Todo empieza por la visibilidad.
Una planificación rigurosa permite anticipar necesidades: qué trayectos, qué vehículos, qué conductores, y en qué condiciones.
En esta fase aún no hablamos de dinero, sino de organización operativa.
¿El objetivo? Evitar imprevistos que salen caros:
afretes de urgencia, conductores no disponibles, equipos mal asignados.
Un recurso bien planificado es un gasto mejor controlado.
2. Estimación de costes: poner cifras antes de actuar
A partir de la planificación, se evalúa cada partida:
combustible, peajes, tiempos de conducción, subcontratación, mantenimiento o cargas especiales.
Esta estimación no solo sirve para prever márgenes,
sino también para saber desde el inicio si una operación es rentable — o si hay que renegociar condiciones.
3. Construcción del presupuesto: fijar umbrales de rentabilidad
Una vez definidos los costes, el presupuesto establece una hoja de ruta.
No se trata de una previsión vaga, sino de fijar límites claros por ruta, cliente o zona.
Además, permite distribuir de forma inteligente los gastos fijos (alquiler, sueldos, amortizaciones) y variables (combustible, peajes, personal temporal).
Este marco es clave para identificar puntos débiles.
Más que un documento contable, es una palanca de gestión estratégica.
4. Seguimiento y análisis de desviaciones: corregir sin esperar
Aquí es donde se juega todo.
Sin seguimiento regular, las desviaciones pasan desapercibidas.
Y cada kilómetro en vacío no anticipado, cada afrete más caro de lo previsto, cada hora extra… erosiona el margen.
Con los indicadores adecuados (coste por kilómetro, tasa de ocupación, margen real por ruta) se puede comparar lo previsto con lo ejecutado.
Y lo más importante: ajustar antes de que las pérdidas se acumulen.
Además, aunque el transporte sea el centro, el control de costes no puede ignorar la logística previa.
Un almacén mal organizado genera retrasos en carga, errores de picking o incluso rutas innecesarias.
Revisar ubicaciones, limitar manipulaciones y automatizar el seguimiento de bultos evita sobrecostes ocultos pero frecuentes.
Estrategias para un mejor control de costes logísticos
En un entorno donde cualquier imprevisto puede hacer tambalear la rentabilidad, el control de costes no es solo una cuestión contable:
es una herramienta de pilotaje operativo.
Aquí van algunas palancas concretas para estructurar una estrategia eficaz.
1. Calcular el coste real por misión
El presupuesto no puede ser estático.
Subidas de combustible, cambios en contratos, imprevistos operativos...
Un buen sistema debe permitir ajustar las previsiones a tiempo.
Más vale corregir rápido que dejar que una desviación crezca sin control.
Este cálculo debe incluir todos los costes asociados a una operación concreta:
Fijos: sueldos, amortizaciones, seguros
Variables: carburante, peajes, subcontratas
Indirectos: gestión administrativa, tiempos de espera, retornos en vacío
No vale con una media anual por kilómetro.
Hay que analizar por tipo de trayecto, cliente o zona, según factores como:
tiempo de carga
accesibilidad
frecuencia de incidencias o litigios
💡
Coste total por misión (Fórmula de referencia) :
Sueldos + Combustible + Peajes + Subcontratación + Tiempos de espera valorados + Costes administrativos ÷ kilómetros recorridos
Este enfoque por misión (y no por media) permite detectar diferencias de rentabilidad según ruta, cliente o condiciones.
Y es esa granularidad la que permite intervenir directamente sobre los costes críticos.
1. Detectar desviaciones en tiempo real: método del valor ganado
No basta con revisar los resultados al cierre.
Hay que detectar las desviaciones mientras se ejecuta la operación.
Ahí entra en juego una técnica del control de gestión de proyectos: el seguimiento de valor ganado (Earned Value Management).
Se basa en tres indicadores:
PV – Planned Value: coste previsto para una misión o periodo
EV – Earned Value: valor “objetivo” del trabajo realmente realizado
AC – Actual Cost: coste real incurrido
Por ejemplo: si una ruta debía costar 1.200 €, y a mitad ya llevamos gastados 900 €, es señal de que algo se está desviando. Hay que investigarlo.
Algunas empresas segmentan las rutas en tramos con hitos de control. Así pueden verificar, paso a paso, si los costes siguen en línea con lo previsto. Y corregir sobre la marcha, no a posteriori.
2. Usar tecnología para una gestión proactiva
La herramienta elegida debe estar alineada con la complejidad operativa y la capacidad de estructuración de datos de la empresa.
Opciones según el perfil:
Tamaño / Complejidad | Herramienta recomendada | Ventajas | Limitaciones |
---|---|---|---|
Microempresa (1-2 vehículos) | Excel | Sencillo y económico | Seguimiento manual, riesgo de errores |
PyME con múltiples rutas | TMS clásico | Centralización, alertas, cálculo por km | Interfaz poco adaptada, cobertura limitada |
ETI multisede | ERP completo | Visión global, integración con contabilidad | Costoso, largo de implementar |
Transportistas especializados | Dashdoc | Enfoque sectorial, rápido de desplegar | Requiere estructura mínima para aprovecharlo |
Dashdoc ofrece visibilidad inmediata sobre rutas, costes reales y desviaciones presupuestarias, centraliza documentos, lanza alertas en caso de anomalías y facilita la toma de decisiones sin romper con los hábitos de trabajo.
¿Dudas si puedes permitirte un TMS? Esta guía te da una idea clara de precios y modelos.
3. Identificar las pérdidas ocultas
Algunos costes no se asignan inmediatamente a una línea específica y pasan desapercibidos:
Horas de espera no facturadas
Penalizaciones asumidas por el operador
Diferencias entre carga prevista y carga real
Retrasos en la documentación que afectan la facturación
Otros incrementos (como el precio del combustible, peajes o nuevas normativas son incontrolables, pero deben detectarse a tiempo para activar palancas como:
revisión de tarifas
ajuste de zonas de reparto
redefinición de niveles de servicio
Documentar y visibilizar estos desvíos permite anticiparse y corregir los procesos antes de que afecten el margen.
4. Centralizar alertas en las herramientas existentes
El precio no es el único criterio para elegir un subcontratista:
puntualidad, calidad de los datos, tasa de errores o litigios influyen directamente en la rentabilidad.
Implementar una evaluación continua de los socios permite:
asegurar los flujos
evitar sobrecostes correctivos
mantener relaciones sostenibles
Incluso si ya cuentas con un TMS, un ERP o un software contable, es posible configurar alertas automatizadas, por ejemplo:
rutas con margen bruto por debajo del umbral
anomalías recurrentes en albaranes o documentación
retrasos entre la entrega efectiva y la facturación
El objetivo: cruzar datos de transporte, planificación y facturación para detectar desviaciones en tiempo real, no a fin de mes.
5. Involucrar a todos los equipos
El control de costes no puede depender solo de Finanzas o de un responsable de explotación.
Debe ser apropiado por todos los equipos operativos:
El conductor puede reducir paradas y conducir de forma más eficiente
El planificador puede limitar trayectos en vacío
El área de facturación puede evitar errores repetidos o litigios por documentos incompletos
El software no hace el trabajo por sí solo.
Cada persona —conductor, operador, subcontratista, administrativo— tiene un rol directo en el control de los costes.
Esto implica:
formación
comunicación periódica de indicadores
posibles incentivos por rendimiento colectivo
Cuando los equipos entienden qué genera coste, toman mejores decisiones.
Ejemplo práctico de control de costes en una empresa de transporte
Lo que vive la empresa en su día a día
Quizá esta situación te suene.
Gestionas repartos a diario, normalmente con un equipo reducido y sin mucho margen para parar a analizar.
El planning cambia a última hora, los albaranes a veces llegan tarde o mal cumplimentados, y es raro acabar la jornada sin algún imprevisto más.
Pero los márgenes… no perdonan.
Conductores esperando hasta dos horas en casa del cliente… sin que ese tiempo se facture.
Retornos en vacío que nadie registra, así que es imposible optimizarlos.
Llenados de depósito cada vez más caros, pero sin saber a qué ruta corresponden.
Peajes o recargos que se olvidan en la factura.
Todo es un poco difuso… y al final, sale caro.
Lo que pone en marcha (sin revolucionar la operativa)
Un documento compartido para anotar las horas de espera al final de cada ruta.
Una herramienta de planificación sencilla para visualizar los trayectos y detectar zonas con kilómetros en vacío.
Un panel mensual para comparar previsiones con costes reales.
Lo que descubre enseguida
El 12 % de las rutas son deficitarias, normalmente por errores de cálculo o gastos no contemplados.
Las horas de espera no facturadas suponen varios cientos de euros al mes.
Una de cada diez facturas omite algún concepto importante (peajes, recargos, reexpediciones…).
Lo que cambia en tres meses
Renegocia horarios con los clientes para reducir los tiempos muertos.
Reorganiza rutas para eliminar trayectos en vacío.
Detecta y corrige antes los errores en facturación.
¿Resultado?
Más visibilidad. Márgenes que respiran un poco. Y, sobre todo, la sensación de volver a tener el control sobre algo que parecía irse de las manos.
¿Y si la herramienta adecuada marcara la diferencia?
La automatización no sustituye al análisis humano, pero sí multiplica su eficacia.
Conectar los datos de transporte, facturación y planificación en una sola plataforma (como un TMS avanzado o una solución como Dashdoc) permite:
ganar tiempo
reducir errores manuales
tener más visibilidad sobre los flujos
y proteger mejor los márgenes
El control de costes no va solo de números: también depende de detectar las señales clave en el momento adecuado.
Cuando la información está dispersa o llega tarde, es imposible decidir bien.
Una solución como Dashdoc centraliza todos los datos críticos (rutas, gastos, documentos, desviaciones), los hace comprensibles, utilizables y accesibles…
Sin necesidad de cambiar todo tu sistema de trabajo.
Así es como se recupera el control sobre los costes… y sobre los márgenes.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Cómo se calcula el coste por kilómetro en el transporte?
Hay que sumar todos los costes fijos (salarios, amortizaciones, seguros) y variables (carburante, peajes, subcontratación), y dividirlos entre el total de kilómetros recorridos. También se puede afinar el cálculo por tipo de ruta o cliente.
¿Cuáles son los indicadores clave para controlar los costes en transporte?
Algunos imprescindibles: coste por kilómetro, margen por ruta, tasa de llenado, porcentaje de kilómetros en vacío y el ratio entre lo previsto y lo real. Lo ideal es cruzar estos datos para detectar desviaciones en tiempo real.
¿Qué diferencia hay entre un TMS y un ERP para el seguimiento de costes?
Un TMS está pensado específicamente para transporte: controla rutas, gastos y documentación operativa. Un ERP es más generalista e incluye también contabilidad, RRHH y ventas. La elección depende del tamaño y la complejidad de la empresa.
¿Con qué frecuencia hay que revisar los indicadores de control de costes?
Lo recomendable es hacerlo semanalmente para los datos críticos y mensualmente para los análisis consolidados. Así se puede actuar antes de que los desajustes se agraven.
¿Qué hace exactamente un cost controller en una empresa de transporte?
Analiza los costes reales, compara con el presupuesto, identifica dónde se pierden recursos y propone acciones para corregirlo. Su papel es clave para proteger el margen operativo día tras día.